Una cosa es ser fanático de las Mac y adorar a Steve Jobs como una especie de semi Dios y otra es cometer la nacada de nombrar a una preparatoria pública con el nombre del presidente de Apple. Lo mejor de todo es que seguramente Steve Jobs no tiene ni idea de esto, ni siquiera se le ha de haber pedido su opinión o permiso, habrá sido la idea de algún funcionario de gobierno con la fortuna de tener una Mac (o de soñar con tener una). En verdad vivimos en un mundo raro, dónde ya poco es lo que nos sorprende.
Fuente: Macenstein vía Canal Apple
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